Buenas tardes,
Tras la introducción teórica realizada en la primera parte, hoy nos proponemos responder a la pregunta que motiva estos dos artículos.
¿Realmente somos conscientes de cómo nos condicionan los diferentes acontecimientos que vivimos, y cómo estos limitan las decisiones que tomamos en nuestra vida?
Cada día el ser humano tiene que lidiar con situaciones que en mayor o menor medida resultan amenazantes para su integridad física o psicológica. Una entrevista de trabajo, un examen, una cita con alguien que no se conoce, discusiones, peleas, etc, etc, etc. Somos conscientes de que estás situaciones generan en nuestro cuerpo estados anímicos, o reacciones que puedieran no resultar placenteras. Desde la rabia, o la irá, a la depresión, pasando por la ansiedad, o el estrés. Por tanto, parece lógico pensar que nuestro fin en este tipo de circunstancias sea solventarlas con el menor costo aceptable, es decir, sintiendo el menor malestar posible.
Para ello, emplearemos técnicas de relajación, control sobre la conducta, ser empático y comprensivo, pensar en positivo, etc, etc, etc. No obstante, ¿realmente estas técnicas nos ayudan a entender por qué nos hemos sentido amenazados más allá de lo que hemos podido ver con nuestros ojos y oír con nuestros oídos? Es decir, somos conscientes de que un determinado hecho nos ocasiona malestar, pero sabemos responder ¿por qué?
A nadie le gusta que le insulten, pero ¿por qué?
A nadie le gusta que le... pero ¿por qué?
¿Somos realmente conscientes de por qué nos sentimos amenazados?
Quizás sin tener en cuenta esos porqués, ese fondo, esa base de la que todo emana seguimos actuando. Pero creer que tenemos la situación bajo control, no implica un conocimiento profundo de la misma, no implica que se haya comprendido, y no implica que se haya aceptado. Así cuando una situación aparece en nuestras vidas. Pensamos, sentimos, y actuamos exclusivamente desde ese miedo hacia nuestra integridad, al malestar que podamos tener sin importar nada más ¡claro! Jamás nos paramos a pensar porqué esa vivencia nos generó malestar, y consecuentemente el conflicto sigue sin resolverse.
Ese conflicto nos condiciona, ya que nuestros pensamientos, sentimientos y acciones presentes están influencias por ese pasado no resuelto. Lo que de igual forma condiciona las ideas que podamos presentar frente al futuro, ya que, de la misma forma nuestra base radica en ese pasado. Consecuentemente, nuestro papel en la vida se reduce a evitar situaciones que nos generen malestar, en vez de intentar buscarles el sentido que tienen para nuestra existencia, lo que nos lleva a sobrevivir en un continúo pasado.
¡Nos vemos en la próxima!
¡Nos vemos en la próxima!
-Equipo Corpus Mente Sevilla-
en este contexto recomiendo leer 'algo' de la TEORÍA ECOLÓGICA de Bronfenbrenner.
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