jueves, 23 de octubre de 2025

No, tú no eres tus emociones

Cuando dejas que la emoción te envuelva, la objetividad se apaga, y la razón se disuelve. Ya no ves el hecho tal y como es. Das por hecho, lo interpretas, o montas una historia tras él. Lo criticas, lo juzgas, lo maldices, y/o deformas. Ya no lo observas, reaccionas. Pierdes la claridad, y por tanto, aunque crees estar viendo la realidad, solo ves una versión distorsionada de la misma, teñida por lo que sientes en ese instante. Ya eres preso de ella, y verás lo que esta te permite ver.
Recuerda que las emociones distorsionan. Ves lo que temes, lo que deseas, lo que rechazas, pero no lo que es. Así, la rabia muestra enemigos. El miedo crea amenazas. La tristeza pinta sombras donde no las hay, y el deseo disfraza espejismos de verdades. Por eso, si no se ve, te posee. 
No pienses que la emoción es mala, son solo movimientos internos que surgen frente a algo que no entiendes. Son tu defensa frente a lo que ignoras. Recuerda que es pasajera, igual que surge, y se eleva, se desvanece. No la alimentes, si te confundes con ella, te arrastra, y salir te costará más. Recuerda por tanto, que tú no eres lo que sientes, no eres tus emociones. No te confundas con ellas. 
Obsérvalas. Para ello, respira, tranquilízate, intenta mantenerte objetivo, concentrado. ¿Qué piensas en ese momento?   
Recuerda esto y la emoción irá perdiendo poder hasta desaparecer. Sólo así podrás ver la realidad que se esconde tras ella, sólo así podrás ver la realidad tal y como es.





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