Buenas,
Normalmente escuchamos a los demás, o a nosotros mismos decirnos que debemos ser positivos. Así, continuamente nos esforzamos por no ser pesimistas o por encontrar el lado bueno de las situaciones que vivimos. Sin embargo, ¿ser positivo y negativo no es lo mismo?
Cuando pensamos en negativo, auguramos un desenlace final trágico, triste, dañino, o perjudicial para nostros sobre un determinado hecho:
"No me llamó porque no me quiere".
"He hecho el examen mal, y a pesar de haber estudiado, no voy a aprobar".
"No me han llamado de la entrevista de trabajo porque no les he gustado".
Etc, etc, etc.
Ante esto, nuestros seres queridos o incluso profesionales de la salud, nos dicen: "¡Tranquilo, sé positivo, y verás cómo se soluciona!.
Supongamos que en el primer ejemplo, esa persona nos acaba llamando, y explicando que no es que no nos quiera sino que se quedó sin batería en el móvil y por eso no nos pudo llamar.
En el segundo caso, el examen finalmente es aprobado, y encima con una buena nota.
Y en el tercer caso, finalmente te llaman de esa entrevista de trabajo, eso sí, fuera del plazo previsto, pues explican que el servidor con los datos de los demandantes de empleo sufrió una caída.
Llenos de alegría, contamos el feliz desenlace a nuestros familiares y amigos, y casi siempre nos dirán lo mismo: "¡Ves, tienes que ser positivo!", "¡es que eres muy negativo!". Estos comentarios no harán más que reforzar de forma positiva nuestra creencia de que "¡hay que ser positivo!".
Sin embargo, al principio de esta entrada, lanzábamos una pregunta: ¿Y no es lo mismo?
Veámos...
Cuando alguien es pesimista, y por ello interpreta un final negativo para sus conductas, se basa en interpretaciones de la realidad. Es decir, experiencias previas que han desarrollado una serie de pensamientos por los cuales se extrapola que lo que le ocurrió una vez a él, o a alguien que conozca, le va a volver a pasar. Se crea entonces un "castillo en el aire", en el cual su mente entra en un estado de "disco rayado" de frases/ideas del tipo: ¡ay que ver!, ¡por qué a mí!, ¡qué mala suerte!, ¡si hubiera hecho esto, en vez de lo otro!, ¡porque debería haber hecho esto, lo otro, etc, etc, etc!
En este estado la persona acaba exhausta: ¡claro, el gasto de energía ha sido abismal!. Y todo ello sin tener en cuenta que todo está en su cabeza, ya que la verdadera realidad es que no sabe qué va a pasar...
Es exactamente lo mismo que el pensamiento positivo, es decir, mantenemos creencias que se podrán aproximar más o menos a la realidad, pero a fin de cuentas, son sólo eso, interpretaciones que no nos ayudan a ver la realidad tal y como es.
¿Qué debemos hacer entonces?
Ver que el positivismo-negativismo son diferentes caras de la misma moneda. Puntos contrarios de una misma línea, pues son sólo eso, interpretaciones, y no la realidad en si misma. Con lo cual, en la medida de lo posible, debemos intentar salir de ese dualismo.
¿Cómo debemos pensar entonces?
De forma realista. Ciñéndonos al momento presente, no condicionados por el pasado e interpretando ni en un sentido positivo ni negativo. No obstante, llegar a este punto requiere de un proceso de autoconocimiento sin el cual no saldremos de la ilusión creada.
¡Hasta la próxima!
-Equipo Corpus Mente Sevilla-