Desde que naces empiezas a adquirir conocimientos. Primero en casa con tus padres. Estos te educan para que te adaptes al mundo en el cual te tocó vivir. Te enseñan por tanto, cómo debes relacionarte con el resto de personas: pedir las cosas "por favor", decir "gracias", enseñarte a que te des cuenta de lo que está mal y lo que está bien, etc.
Posteriormente, en la escuela, aunque te siguen educando, esas enseñanzas se centran más en el plano académico: matemáticas, lengua, historia, etc. Materias estas que, junto con la educación, posibilitarán que te sepas desenvolver en el mundo.
En la escuela, además de aprender ese conocimiento "teórico" también es donde empezarás a establecer tus primeras relaciones sociales, al interactuar con otros compañeros.
Con el paso de los años, decidirás si sigues estudiando, matriculándote para ello en cursos de ciclos formativos o estudios universitarios, o si directamente realizas tu primera incursión en el mundo laboral.
Para entonces (o incluso antes) ya habrás desarrollado tu visión sobre el mundo y sobre ti mismo. Lo que te gusta y lo que no. Lo que quieres y lo que no. Lo que necesitas y lo que no. Tu perspectiva en la vida: metas, objetivos, ideas políticas, religiosas, etc. y a menos que alguna de estas ideas no te ofrezca lo que quieres, y por tanto te vaya mal, es raro que las cambies. ¡Pues claro! Nadie mejor que tú puede conocerte.
Sin embargo, en este proceso quizás no te has parado a cuestionar si aquella información que recibías de tus padres, aquel profesor de física, el catedrático de medicina forense, o el maestro de las clases de yoga, meditación o mindfulness a las que acudías, era real. Todos esos conocimientos y tu visión sobre los mismos han conformado la visión de ti mismo, del mundo y de la vida. No obstante con esos conocimientos no puedes explicar ni solucionar cosas de la realidad en la que vives y sobre ti mismo.
Sin embargo, en este proceso quizás no te has parado a cuestionar si aquella información que recibías de tus padres, aquel profesor de física, el catedrático de medicina forense, o el maestro de las clases de yoga, meditación o mindfulness a las que acudías, era real. Todos esos conocimientos y tu visión sobre los mismos han conformado la visión de ti mismo, del mundo y de la vida. No obstante con esos conocimientos no puedes explicar ni solucionar cosas de la realidad en la que vives y sobre ti mismo.
¿Por qué? Porque constantemente intentas dar explicaciones a lo que ya le diste explicación, intentando solucionar lo que ya creíste haber solucionado. Por lo tanto, los hechos demuestran que el conocimiento que tienes no te sirven para ver la realidad. Consecuentemente, las situaciones que ya viviste se siguen repitiendo, con todo lo que ello conlleva: impotencia, frustración, caminos sin salida, y en general, sufrimiento. De esta forma la vida se convierte en una lucha: luchar por sobrevivir.
Después de esto tienes dos opciones: seguir por dónde ibas o buscar el conocimiento real.
-Equipo Corpus Mente-
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