Eso tiene un propósito...
Eso es para aprender...
Eso se da para que realice mi proceso...
Eso se da para que coja mi camino...
Todo tiene un propósito en la vida...
Eso fue lo mejor que me pasó en la vida, aunque fue duro y sufrí. ¿Por qué? ¿Para qué? Para mejorar... Bla, bla, bla.
Demasiadas interpretaciones, demasiados montajes, demasiada complejidad. Necesitas dar una explicación a aquello que no comprendes, que no admites, y por tanto, que no aceptas. Necesitas calmar tu sufrimiento, tu ansiedad, sin darte cuenta de que estás en un bucle, en un círculo vicioso. Cada explicación que te das no es más que una pastilla que utilizas para anestesiarte. Cuando el efecto pasa, vuelves a lo mismo de siempre.
Llegará un momento en que ya no te alivie eso que haces e irás en busca de otras explicaciones. Puede que, en un principio, estas hagan su efecto. No obstante, más tarde o temprano volverás a derrumbarte. Sentirás impotencia ("¿otra vez lo mismo?"), frustración ("¡no puedo hacer nada!") para finalmente caer en el conformismo ("esto es lo que me ha tocado vivir"), y quizás de ahí al pasotismo ("¡que le den!").
Ya todo te da igual, no queda más que resignarte frente a la vida que te ha tocado vivir, buscando cual adicto tu próximo chute, en forma de estímulo que te ayude a soportar esta carga.
En el fondo sé que tienes miedo a que todo caiga, no puedes, por tanto, soportar la verdad, pues consideras que tu vida se vendría abajo:
¿Qué pasaría entonces con todo lo que aprendiste?
¿Qué pasaría entonces con todo lo que has vivido y sentido?
¿Qué pasaría entonces con tu mundo?
¿Qué pasaría si te permitieras simplemente escuchar sin defenderte?
¿Merece la pena seguir así? Tu tienes el poder de salir de dónde estás, ¿vas por fin a moverte?
No hay comentarios:
Publicar un comentario