Buenas,
Sabes, porque posiblemente lo has vivenciado, que cuando dos personas inician una relación de pareja, lo hacen porque se sienten atraídas de algún modo la una por la otra y viceversa.
En la primera fase, la del enamoramiento, las emociones que se experimentan son tremendamente intensas, se sienten esas "mariposas en el estómago", y parece que ambas personas viven la una para la otra, jugando así a ser perfectas. Se arreglan para gustar, son educadas, graciosas, no se comportan de forma poco cortés, etc. Sin embargo, esa fase con el tiempo habrá dejado paso a lo que hay en la persona y que por supuesto saldrá a flote. Frente a esto, tienen dos opciones, terminar la relación, si lo que han descubierto/encontrado/vivido no les ha gustado, o seguir, si en este tiempo lo obtenido ha sido satisfactorio, y por tanto les merece la pena.
Al cabo del tiempo, dos, tres, o veinte años, una de las personas puede conocer a otra, e interpretar que esta nueva incorporación le ha sacado de la rutina de su relación, pues esta con los años había pasado a ser monótona, aburrida, sin chispa o pasión, con las responsabilidades y quehaceres fruto de una convivencia diaria y el paso de los años.
La persona, puede pensar entonces, que lo que sentía por su pareja actual realmente no era amor, ya que lo que siente por esta nueva es totalmente diferente. Vuelve a ver la vida de "color de rosas", vuelve a sentir esas "mariposas", a levantarse por las mañanas con fuerzas y alegría. ¿Qué hará entonces? Hay muchas probabilidades de que deje a su pareja actual para iniciar algo con esta nueva persona, apoyada por la sociedad en la que vivimos actualmente, que corroborará los pensamientos de esa persona:
"Si ya no hay chispa lo que se debe hacer es romper con esa relación".
"Esa persona ya no te aporta".
"La nueva persona te hace sentirte mejor".
Te pregunto: ¿Te has parado? ¿Entiendes lo que sucede a tu alrededor? o ¿simplemente te dejas guiar por una serie de impulsos? ¿No has estado ya en situaciones iguales o tremendamente similares?
Cuando ese "hervidero" emocional se calme, volverás a sentir lo mismo que sentías con tu ex pareja, pues la clave no está en el otro, en el enamoramiento, o en lo externo. Está en ti. En conocerte. En saber qué y porqué buscas fuera, en este caso en lo que no te daba tu pareja. Sólo así podrás dejar de ser un títere en mano de tus emociones, sólo así entenderás que nadie, excepto tu, puede sacarte del pozo en el que te encuentras.
-Equipo Corpus Mente-
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