Un camino de autoconocimiento hacia el despertar de la consciencia, atravesando la realidad ilusoria.
El ser humano vive inmerso en una película, en un sueño, que él ha diseñado inconscientemente a partir de una realidad que no comprende. Este montaje supone un laberinto, una enredadera. 
Cuando preguntamos qué es eso de "miedo a lo desconocido", la respuesta en un alto porcentaje de casos suele aludir a la incertidumbre o la ansiedad que nos provocar el desconocimiento de aquello que está por venir, y consecuentemente el no saber, cómo debemos pensar, sentir o actuar. No obstante, nos preguntamos:
Un guerrero fue capturado por sus enemigos y encarcelado. Aquella noche no podía dormir, pues sabía que al día siguiente iba a ser interrogado, torturado y ejecutado. 
Hoy os traemos este pequeño cuento que esperamos os haga reflexionar.
En alguna que otra ocasión sentimos que no hacemos más que dar vueltas y más vueltas, y que por más que intentamos caminar no avanzamos. Sentimos que aunque estemos dando pasos, cuando miramos a nuestro alrededor, siempre nos encontramos en el mismo punto: El punto de inicio, con la única diferencia de que en cada intento, en cada paso, poco a poco, cada vez más, se le desvanecen las fuerzas.
Como no quiere buscar en sí mismo, quiere reformar el monasterio. Proyecta su descontento hacia lo externo, y obstruye con reformas exteriores la entrada al fondo de su alma. Está tan ocupado con los cambios y mejoras exteriores que no percibe cómo su interior no da un paso. La lucha con el exterior lo exime de realizar un proceso consigo mismo. 
Pensamos que estamos en el presente, creemos que vivimos el presente. Con frecuencia hay disciplinas que declaran que debemos vivir en el aquí, y en el ahora, así como vivir en el momento presente, sin irnos ni al pasado ni al futuro, y además enseñan cómo hacerlo. No obstante, esto es imposible, ya que nos encontramos encerrados en un bucle que nos hace vivir en un continúo pasado. 
"El centro de toda infamia se encuentra siempre a una distancia de algunos kilómetros por detrás de las líneas enemigas. Esta misma psicología primitiva es la que también posee el individuo; por consiguiente, todo intento de volver conscientes estas proyecciones -inconscientes durante siglos- se percibe como algo irritante. 
Estar lleno, estar en paz, estar "bien", no tiene nada que ver con los bienes o personas con los que contamos, o de las que nos rodeamos, aunque habitualmente se piense que sí, ya que cuando finalmente se consigue aquello que se ha ansiado durante un largo periodo de tiempo se tiende a estar muy contento, muy -mal llamado- feliz. Como esa sensación nos produce un gran bienestar, una vez se apaga la euforia propia del momento, se tiende a buscar algo mejor, pues se atribuye ese bienestar a lo obtenido. Así la vida gira entorno a una serie de objetivos/metas, que se presuponen motiva a la persona. No obstante, cuando ya se tiene todo lo que se quiere, preguntamos... 
"Me han dicho que tú eres sabio…. Por favor, dime qué cosas puede hacer un sabio, que no se encuentran alcance del resto". 
Cree que esa vida que vive es la vida que le rodea, lo que ve, lo que siente, pero esto no es real. El ser humano piensa que los acontecimientos, que el exterior, son independientes de él. Cada uno de nosotros tenemos un estado interno que a su vez crea una realidad interna, lo cual marca nuestra vida. Por tanto, el exterior no es más que el escenario donde vivimos cada día esa realidad. Así, la vida que vivimos no es nuestra vida, es la vida de esa realidad interna, de la cual no somos conscientes.Por ello, la vida no tiene solución. 
