Imagina una escalera de caracol en la cual el ascenso se va realizando paulatinamente, de tal forma, que podrías llegar a no ser consciente del mismo. En los niveles más bajos creerás que actúas en base a lo que te encuentras en el exterior. Así, vas a pensar, sentir y actuar conforme a esta creencia. No obstante, si ascendieras un poco más en esa escalera, vislumbrarías que esa realidad no es así. Comenzarías a darte cuenta que lo que pensaste en ese momento, lo que viviste y por tanto, experimentaste, no se debe a lo que realmente creías. Esto te irá acercando cada vez más a la verdad de eso que en su momento vivenciaste a través de tus pensamientos, emociones, y conductas. Concluirás entonces, que todo ello no era real.
Si te quedas en esos niveles más bajos, la realidad que percibes, seguirá siendo imaginaria. Desde ahí quedarás atrapado. No podrás continuar con tu vida. No habrá nunca solución, pues seguirás tomando esa realidad ilusoria como real. Por contra, el ascenso en esa escalera posibilitará que poco a poco vayas viendo más allá, lo cual te llevará a darte cuenta de que aquello que experimentabas en tu vida no era más que una ilusión.
En este proceso, el único responsable eres tú. Es tu responsabilidad saber qué pasa realmente: qué estás viviendo en realidad, y por qué, y cómo actúas frente a ello. No obstante, tiendes a culpabilizar a los demás, al destino, a la suerte, o a Dios, de algo que sólo te corresponde a ti.
¿Por qué cuando en tu vida se presenta la posibilidad que te ayude a abrir los ojos le das la espalda?
¿Por qué sigues huyendo?
¿ A qué tienes miedo?
Deberías saber, si no te has dado cuenta por tus propios medios ya, que esa huida te hace seguir enclaustrado en esa realidad ilusoria, a la que tu llamas vida. Sobreviviendo así, hasta que llegue el final de tus días, como si de un ratón en su rueda se tratara.
Con motivo de tratar estas y otras cuestiones, os invitamos al próximo seminario que tendrá lugar el próximo 12 de octubre.